miércoles, 29 de mayo de 2013

“El sistema ya no quiere más periodistas”: 

Ignacio Ramonet

Claudia Figueroa Pino  


Es cierto Ramonet, el gobierno mundial, que en todas partes parece ser el mismo, no quiere denuncias públicas bien fundamentadas. No quiere investigación ni el análisis más simple que relaciona el nombre de empresarios corruptos con el del Presidente de la República. Y si la investigación va más allá, llegaríamos hasta el nombre de cualquier gobernante mundial. El sistema del libre mercado, que esteriliza con semillas de Monsanto la siembra de los campesinos y privatiza la salud pública, no quiere periodistas.

¿Para qué ofrecer a la ciudadanía las cifras que informan, que uno de esos gobiernitos pagó con dinero de su pueblo 110 mil dólares por un jardín que nunca existió? ¿Y cómo disfrazan a diario negocios de escala mafiosa con gobernanza?

¿Para qué ser periodistas en un sistema mercantil que solo pondera bien a sus marketinistas, que se dedican a maquillarlo y vestirlo bien para la compra y la reventa? ¿Para qué escribir tanto para una sociedad que ya no sabe ni leer? Pero cuando el mercado se agote y no quede nada para saquear y nadie que pueda comprar, ¿El mundo necesitará periodistas que nos expliquen el porqué?, ¿y que nos expliquen cómo llegamos a esa catástrofe e informarnos dónde podemos empezar de nuevo?

El mercado y sus aprovechadores marginan a los periodistas, los etiquetan, les pagan poco, los explotan y los llevan al límite del dilema moral para que renuncien a ser periodistas. Y si no lo hacen, los matan. Si no, preguntémosle a los periodistas que quedan vivos y se atreven a ejercer en Honduras, México y Colombia.

Pero, ¿qué se acabará primero, el mercado o los periodistas? Si se acaba el mercado primero, ¿cuántos querrán contar con nosotros para leer o ver la historia?, ¿cuántos querrán escribirla? Ser periodista es un deber social, que va más allá de esta y otras historias, pues nosotros escribimos la historia todos los días. No importa si el mercado del gobierno produce vendedores disfrazados de periodistas, para justificar la democracia.

No importa si el mercado cuenta con cámaras y celulares que funcionan más rápido que el raciocinio de sus clientes. Si queremos vida digna y humanidad, debemos ser periodistas y defendernos. No importa si nos valoran, tenemos la tarea de alertar a la humanidad sobre su posible destrucción ante cada paso que da el gobierno mundial.

Los periodistas tenemos la misión de encender las mentes dormidas y los espíritus desganados por las sobredosis de pereza colectiva. Tenemos que hacer nuestro trabajo a contracorriente del mercado, de frente o a escondidas para que el establecimiento no nos fusile la mente o el bolsillo. Si una vez los partidos políticos, las universidades o los jóvenes fueron la conciencia crítica de las naciones, hoy lo es el periodismo. No podemos permitirnos dejar de ser el genio maligno, que nos contó Descartes, al oído de los esclavos del mercado que algún día lucharán por su liberación y la supervivencia de su especie. Y si esta fue la advertencia del periodista francés Ignacio Ramonet en 2001, ¿cómo estaremos ahora?

http://www.prensa.com/impreso/opinion/no-mas-periodistas-claudia-figueroa-pino/180850

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